El arte en ti
Y aquella tierna semilla quiso cumplir su gran sueño: llegar a ser una planta. Y así creció hasta convertirse en una bonita flor. No feliz con ello, ansió ser tela. Aun así, el pobre lino no se sentía realizado y suspiraba por ser vestido.
Viendo que su ambición no tenía límites, recordaba con nostalgia los tiempos en que la flor bella era y como luz y vida respiraba.
Un buen día tuvo la idea de prestar su tela para que una flor conviviera entre sus delicados hilos. Y cuando una mujer envolvió su cuerpo con él, por primera vez en su existencia, el lino fue feliz.
El proceso para la decoración de telas y vestidos comienza con la visualización de una idea creativa que va cogiendo forma en un boceto para detallar estructura y colores. Primeramente se prelava la pieza para asegurar el fijado de la pintura.
A continuación se traslada el dibujo a la tela, marcando la posición, con simples líneas hechas a tiza.
Una vez el dibujo está realizado, se procede a pintar dando una primera capa con pintura acrílicas y pinceles para telas, libres de disolventes y derivados, diluibles al agua.
Ya seca la primera capa con los colores posicionados, los detalles, sombras y acabados se realizarán con la técnica de la aerografía, estilo pictórico que consiste en rociar pintura a través de una compleja pistola de aire y un compresor. Los acabados con el aerógrafo otorgan al dibujo un estilo difuminado y etéreo. Se utiliza también pintura al agua sin disolventes.
Los detalles finales se realizarán con pinceles finos.
Una vez la obra en tela está acabada, se deja secar y se hace un planchado del vestido en el lado opuesto al que se pintó para asegurarse de una buena fijación. Con una temperatura media-baja bastará.
Tan solo queda disfrutar de esa pieza única, pues hay que tener en cuenta que no hay dos vestidos completamente iguales y cada uno de ellos es especial y está hecho para una persona también especial.